En el momento en que juega a duchar o a reposar a un bebé, en ese instante, juega a ser la mamá o el papá del muñeco y se siente de esta manera: lo está mimando y cuidando, como su mamá o su papá lo miman. él antes. 2-3 años: Juega solo, representa acciones que mira en su ambiente y lo traslada a su juego con otros elementos.
Tadje llevó a su bebé al hospital para su revisión pediátrica de los 15 meses. Mientras que aguardan a ser vistos, un display de televisión transmite un vídeo de una madre jugando al «cuco» con su hijo. La joven de la pantalla se tapa la cara con un pañuelo y su bebé la mira fijamente. En el momento en que se quita la bufanda de la cara, afirma «cuco» en tono de canto y el niño de la pantalla se echa a reír. El vídeo acaba y una trabajadora del hospital entra en la salón de espera con un pañuelo afín. Se lo pasa a Tadje y la anima a llevar a cabo esta actividad con su hijo. Su bebé se ríe constantemente y la enfermera encomia a la madre y al niño por un trabajo bien hecho.
Nos encontramos en Kingston, Jamaica, y Tadje y su hijo forman parte de un programa de crianza que integra el avance de la primera niñez con los servicios de salud para achicar la proporción de pequeños que no consiguen lograr su capacidad intelectual en el campo bajo y el planeta. países de renta media. A esta actividad en el hospital le proseguirá una sucesión de visitas domiciliarias que tienen como propósito progresar la interacción entre progenitores y también hijos y probar ocupaciones lúdicas que impulsan las conexiones neurológicas del niño. En muchas unas partes del planeta, visto que los progenitores jueguen con sus hijos y que estos juegos sean los mucho más apropiados de cara al desarrollo de su conjunto de edad no es tan evidente.
Estaban solos
Al rato se dieron a conocer los mayores y el padre se aproximó a ellos: “De esta forma no, tipos. Lo que hiciste no está bien. Eres mayor y has jugado con la inocencia y la buena intención de un niño de 4 años. Te trajo su pelota para jugar, pero le mentiste para dejarlo en paz. No está bien y debo decírtelo. Seguramente sabes tratar mejor a la gente, a todos, aun a los pequeños”.
Y sucede que este grupito no tenía a absolutamente nadie a su alrededor. No eran enormes, pero tampoco eran pequeños. Están en esa edad entre 9 y 12 años y no son pequeños, pero tampoco son jóvenes, no desean ver a sus progenitores por ahí, pero precisan que alguien los vigile y les afirme lo que está bien y lo que no. Cuál está mal.